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martes, 11 de septiembre de 2012

Fundidos en un Imperio

(Último trabajo de La Sastrería {Literaria}, una carta, solo una carta...)



Toma mi mano, agárrate, no te sueltes. Funde tu piel con la mía y que nuestros dedos sean una sola caricia; así, cuando las tormentas arrecien, ningún ciclón nos separará. Iremos juntos, fundidos, donde los vientos decidan sembrar nuestro destino.
Y me dará igual norte o sur, mares, desiertos, cualquier tierra… Allí donde estés tú, allí clavaré mi bandera.

Toma mis labios, bésalos, funde los tuyos con los míos en un beso atemporal. Así, cuando tú pierdas tu dibujo, podré yo tallarte una sonrisa con los míos. Así, cuando en la noche me ataquen suspiros, tú me elevarás con una sonrisa inquebrantable. 
Y me darán igual tristezas o alegrías, veranos, inviernos… Porque cualquier tierra que sienta nuestros labios fundidos, se rendirá a la inmensidad de nuestro reino.

¡Toma mi pecho! ¡Préstame tu regazo! ¡Fundamos nuestros cuerpos en un solo espíritu inexpugnable! Que tu piel sea mi abrigo y mis brazos tu cobijo. Y así, cuando quieran herirnos, cuando nos asedie el destino, el infortunio, la envidia o el egoísmo, chocarán contra la coraza de nuestro corazón indestructible. Y cuando queramos descansar, yo soñaré acomodado en tu regazo, tú tararearás columpiándote en mis brazos.
Y me darán igual las heridas o las envidias, asedios, infortunios… Porque allá donde tú y yo nos abracemos, ¡mil murallas se alzarán! ¡Mil guerreros en cada una! ¡Mil lanzas! ¡Mil flechas en cada arco de nuestros fieles caballeros!


Y claro que atacarán. Ejércitos de días nublados, legiones de noches tormentosas, emboscadas de incertidumbres… Pero siempre venceremos, ¡siempre!, porque estaremos… fundidos.
Nuestros dedos unidos en la fragua de los sueños, no dejarán que tú y yo nos separemos. Nuestros labios sellados con la sonrisa inevitable, nos obligarán a discutir siempre con besos. Mi pecho será la prisión donde encierre todos tus miedos. Tu regazo será la almohada que enjugará todas mis lágrimas.
Y así, fundidos, tarde o temprano nos levantaremos de cualquier tropiezo, guerra o asedio. Con mirada triunfal, ondearemos la bandera de nuestras manos; gritaremos, con la sincera voz de nuestros labios, la victoria de nuestro reino;  y subidos a los muros de nuestro castillo irreductible,  fundiéndonos aún más, retaremos al horizonte y al destino y a cualquier enemigo… y gritaremos: 
¡Este es nuestro Imperio!


f.j. Rohs

2 comentarios:


  1. Tu relato es como una prosa poética, demasiado hermoso y romántico que logras sacar un suspiro. Como un hechizo, tus palabras encantan y envuelven al lector trasladándolo a un mundo donde la sensualidad y el amor están tomados de la mano.

    Saludos.

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    Respuestas
    1. Gracias Martha! Creí que ya te habías cansado de mis cosas! jeje, gracias por el comentario tan bonito y espero que sigas cerca. Un abrazo,
      jose

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